Fueron necesarios más de 15 meses después del anuncio del cierre para completar el traslado de algunos equipos a otras plantas TI en el mundo, el desmantelamiento de otros montajes, la donación o la venta del resto de activos fijos, así como el desmembramiento del personal. Los productos que se fabricaban en esas plantas iban desde calculadoras hasta circuitos integrados y reguladores de voltaje para diseños electrónicos utilizados en computadoras y otros cientos de productos de consumo popular o especializado. Los clientes de Texas Instruments El Salvador incluían a la mayoría de grandes fabricantes de artículos electrónicos en el mundo, y los embarques se despachaban hacia todos los confines del planeta.
En consonancia con este nivel de actualidad y actualización, la planta de fabricación en la colonia Santa Lucía contaba con los equipos de producción, prueba, control de calidad e ingeniería de la más reciente tecnología de la época. Los técnicos e ingenieros, todos salvadoreños, mantenían un nivel de competencia y calificación profesional similar al de otras instalaciones en el mundo. La calidad de los productos se medía, como en varias plantas productivas, en partes por millón (ppm) que contienen algún tipo de error. Con frecuencia, este indicador llegaba a cero (un nivel perfecto de producción sin errores), comparable a países y plantas de TI como la de Japón. El lema que orientaba y establecía que la calidad es una responsabilidad de todos recordaba que cualquier acción debía “hacerse bien la primera vez… y todas las veces”.